Hasta 20 factores distintos influyen en el precio de un flete marítimo

En el transporte de contenedores influye desde la época del año en que se realice hasta la congestión del puerto o que la ruta cruce una zona en guerra.

El transitario on-line iContainers ha identificado hasta 20 componentes principales que integran la factura de un servicio internacional de transporte marítimo, cuyo peso relativo en el importe final que paga el cargador varía notablemente en función del punto de origen o de destino de la mercancía.

Según indican desde el transitario, los costes de transportar una mercancía variarán en función de parámetros como el volumen y naturaleza de la misma, los lugares por los que la transcurre la ruta marítima, el destino e incluso la época del año en que realice la operación.

Por un lado, hay que tener en cuenta los gastos que tienen que ver con la gestión y tratamiento de los contenedores en los diferentes puertos. De este modo, el recargo THC, la Tasa Portuaria, el documento B/L, y los recargos EIS y el CSF varían de un puerto a otro.

Por otra parte, en función del tipo de mercancía, existen una serie de recargos que se pueden agrupar en función del peso o la dimensión del container, como son el impuesto OWS, que se aplica si la mercancía supera un número determinado de toneladas, y el OOG, que se tiene en cuenta si el contenedor supera las medidas oficiales.

Además, el precio final del flete puede aumentar también en el caso de que fuera necesario que la mercancía tuviera que ser depositada, provisional o definitivamente, en un puerto seco. En estos casos, se prevé la aplicación del recargo ICD. Si además, la mercancía estuviera considerada como “mercancía peligrosa”, se debería abonar el recargo IMO.

Existen otra serie de recargos cuya aplicación es menos habitual. Es el caso del STC o el PSC, que se aplican si el barco navega a través del Canal de Suez o del Canal de Panamá, respectivamente.

La entrada del barco que transporta la mercancía en un puerto con alta densidad de tráfico puede repercutir negativamente en el precio final, ya que en estos casos se aplica un recargo para sufragar los gastos derivados de la pérdida de tiempo y dinero que supone tener el barco parado por la congestión del puerto.

Además, la época del año en la que se realice el envío también podrá influir en el importe de la factura. Durante los meses de invierno, algunos puertos ubicados en países donde las condiciones meteorológicas son extremas aplican un recargo denominado WS que tiene como fin subsanar los imprevistos derivados de las inclemencias del tiempo.

Otros impuestos menos habituales son el WRS, que se aplica en el caso de que la ruta marítima discurra por zonas en conflicto bélico; el LSFS, que aplica la Unión Europea en determinadas ocasiones por contaminación de las aguas o el AMS, que grava la presentación por vía electrónica de la documentación necesaria para embarcar la mercancía en los puertos americanos.

 

Fuente: Cadena de Suministro